Cita : Cortina F, Grafenauer S. Sustitutos de carne a base de plantas en la era flexitariana: una auditoría de productos en los estantes de los supermercados. Nutrientes. 30 de octubre de 2019; 11 (11): 2603. doi: 10.3390/nu11112603. PMID: 31671655; PMCID: PMC6893642. https://doi.org/10.3390/nu11112603 (acceso libre)
Relevante para:
Dietistas-Nutricionistas de salud pública que trabajan en políticas gubernamentales y Dietistas-Nutricionistas en educación y cuidado de la nutrición.
Pregunta:
Este estudio australiano comparó los sustitutos de la carne a base de plantas que imitaban la carne con productos cárnicos equivalentes; examinó los ingredientes, el panel de información nutricional, las declaraciones de propiedades saludables y nutricionales, la calificación de estrellas de salud (australiano) y cualquier logotipo y respaldo adicional. El estudio no incluyó alternativas vegetarianas tradicionales a la carne, como el tofu, el tempeh y el falafel.
Conclusión para la práctica de la nutrición:
Hay una amplia gama de ingredientes en estos productos, y no son necesariamente similares o más saludables que la carne.
Es necesario brindar orientación a los consumidores sobre cómo crear dietas saludables basadas en plantas. Esta falta de equivalencia nutricional con productos cárnicos similares podría ser especialmente problemática para aquellos que ya no tienen suficientes nutrientes clave.
Abstracto:
La demanda de sustitutos de la carne a base de plantas está creciendo a nivel mundial por razones nutricionales y ambientales, y Australia es el tercer mercado vegano de más rápido crecimiento en todo el mundo. Este estudio tuvo como objetivo perfilar y comparar los sustitutos de la carne a base de plantas (que imitan la carne) con productos cárnicos equivalentes y datos de 2015. Una auditoría realizada en mayo (actualizada en septiembre de 2019) de cuatro supermercados metropolitanos de Sydney (Coles, Woolworths, Aldi, IGA), recopiló información nutricional y Health Star Rating (HSR) de 137 productos (50 hamburguesas, 10 carne picada, 29 salchichas, 24 pollo, 9 mariscos, 15 otros). Se calculó la media (± desviación estándar (SD)) y la mediana (rango) para los nutrientes y HSR. Las opciones a base de plantas eran generalmente más bajas en kilojulios, grasas totales y saturadas, más carbohidratos, azúcares y fibra dietética en comparación con la carne. Solo el 4 % de los productos eran bajos en sodio (58–1200 mg/100 g). Menos de una cuarta parte de los productos (24 %) estaban fortificados con vitamina B12, 20 % con hierro y 18 % con zinc. HSR apareció en el 46% (3,6 a 4,4 estrellas). Las afirmaciones en el paquete eran vegetarianas/veganas/a base de plantas (80 %), proteínas (63 %), no modificadas genéticamente/orgánicas (34 %), sin gluten (28 %). El número de productos se quintuplicó (↑429 %) en cuatro años. La tendencia de las proteínas vegetales ha impulsado la innovación en los sustitutos de la carne, sin embargo, los amplios rangos de nutrientes y los niveles más altos de sodio resaltan la importancia de las pautas nutricionales en su desarrollo para garantizar la equivalencia con las proteínas de origen animal.
Detalles de los resultados:
En general, en comparación con la carne, estos sustitutos de la carne a base de plantas tenían menos energía y grasas totales y saturadas, y tenían más carbohidratos, azúcares y fibra dietética. Menos del 24 % estaban fortificados con vitamina B12, hierro y zinc (que están naturalmente presentes en la carne). No se estudiaron micronutrientes como el selenio, el fósforo, la niacina o el perfil de aminoácidos, pero también puede ser importante tenerlos en cuenta.
Algunos de los productos de origen vegetal tenían más sodio que la carne, pero otros no. De manera similar, algunos cumplieron con los objetivos de reformulación de sodio de Australia, pero otros no. Los autores sugieren que los altos niveles de sodio también se han demostrado en otros estudios de estos productos, y es de particular importancia ya que el sodio es un factor dietético principal en la carga mundial de enfermedades.
Dos tercios de los productos estudiados contenían legumbres (estos productos tenían entre 9 y %–65% ingredientes de legumbres). El veinte por ciento de las hamburguesas contenían >8 g de grano integral por porción. Los autores sugieren que algunos de estos productos pueden utilizarse para aumentar la ingesta de legumbres y cereales integrales en un tipo de alimento conveniente que tenga una aceptabilidad conocida. También plantean que las declaraciones de propiedades nutricionales y el etiquetado podrían usarse de manera más consistente y efectiva para esta categoría.
Los consumidores pueden suponer que los productos: a) tener un perfil nutricional similar al de la carne, y b) son más saludables (efecto “halo de salud”). Sin embargo, no existen regulaciones universales relacionadas con la caracterización de los sustitutos de la carne de origen vegetal que imitan el sabor, la textura y la apariencia de los productos de origen animal. Los autores sugieren que los gobiernos establezcan regulaciones de reformulación de productos para sustitutos de carne y lácteos de origen vegetal. La política de reformulación ocurre cuando el gobierno establece estándares para la reformulación de alimentos para mejorar la composición de nutrientes y al mismo tiempo atraer los intereses de los consumidores, como el sabor, la conveniencia y la asequibilidad. La fortificación con vitaminas y la restricción de sodio son ejemplos que se han dado en muchos países.
De interés adicional:
Los autores aludieron a estudios que sugirieron que estos productos no son necesariamente utilizados por veganos/vegetarianos, sino más bien por aquellos interesados en disminuir la carne (p. ej., flexitarianos). Además, plantean que estos productos pueden ser más aceptables social y culturalmente (dependiendo de la región) ya que reemplazan fácilmente a la carne tradicional (por ejemplo, hamburguesas a base de plantas versus las regulares en un restaurante de comida rápida o en una parrillada familiar o de amigos). También citan un estudio reciente que encontró que el sabor, la apariencia y la disponibilidad eran mucho más importantes que los argumentos ambientales para quienes compraban en esta categoría.
Comentario del editor:
Cada producto debe considerarse de forma independiente y en el contexto de una dieta o patrón de menú más amplio.
Conflicto de intereses/ Financiamiento:
El Consejo de Nutrición de Granos y Legumbres (una organización benéfica sin fines de lucro) financió la investigación.
Enlaces externos relevantes:
Véase la ficha de síntesis de la OMS sobre la reformulación de los productos alimentarios.
actualizado 2024 octubre